Comienza en la infancia y, por algún motivo, el 80% de las personas que lo padecen son hombres. Dentro de la comunidad BIID hay clases: aquellos a los que les atraen sexualmente los miembros amputados (pero no pretenden hacerse ellos mismos ninguna amputación), los ‘aspirantes’ que desean una amputación propia y los que ya lo han conseguido con éxito.
El nombre ‘Trastorno de identidad de la integridad corporal’ se buscó, justamente, para distinguirlo de cualquier parafilia sexual. El sexólogo John Money ya había hablado de algo así en el año 77, alegando que las personas que les atraían los miembros amputados se debía, en parte, a que estos les recordaban a falos. Pero no deben confundirse ambos conceptos, las personas que quieren librarse de alguna parte de su cuerpo (no siempre tiene que ser una pierna aunque sea frecuente. Otro ejemplo registrado es Jewel Shupping, que a los 30 años decidió rociarse los ojos para quedarse ciega) no lo hacen por interés sexual, como en el caso de los que sufren apotemnofilia.