Guía clave para la rehabilitación

Apoyo y atención, de personas que han sufrido amputaciones, sean estas traumáticas, programadas o congénitas.

Acompañar

Acompañar es estar una persona con otra, o ir junto a ella, es estar al lado de, brindar apoyo humano que reconforta y alivia. Es no dejar a la persona sola con el problema, sino compartir con ella el dolor que sufre.

Esta acción incluye escuchar atentamente, dejar hablar y permitir que el silencio tenga su lugar en aquellos problemas, situaciones y preguntas que, ante el dolor y la tristeza, resultan indecibles.

El acompañante se brinda como un semejante que sostiene al otro, en el sentido de ofrecer una presencia implicada y comprometida.

 

Psicológico

Psicológico hace referencia sobre el sentir, el pensar y el comportarse de una persona con el entorno. Son todos los aspectos psíquicos, emocionales y espirituales que son clave para el éxito del acompañamiento psicológico. En el caso de las personas amputadas, este acompañamiento debe ser antes y durante el proceso de protetización.

No se trata de acompañamiento terapéutico, sino de acompañamiento psicológico, que es la presencia profesional que acompaña a personas que han padecido amputaciones, ya sean programadas, traumáticas o inesperadas y congénitas; previo a su amputación (amputaciones programadas), durante el proceso de duelo y aceptación, y hasta el momento de la protetización.

 

Acompañamiento psicológico

El fin primordial del acompañamiento psicológico es, por un lado, la contención y el sostenimiento, que implica ayudar al paciente contra la irrupción de los propios impulsos y sentimientos, volviendo su mundo interno más manejable, de manera que pueda regular sus reacciones físicas y psíquicas durante sus actuaciones a lo largo de su vida. Y por otro, el fortalecimiento del paciente, que supone reafirmar su valor y sus derechos como ser humano, de manera que recupere la autoestima y la confianza en sus propios recursos. Se tiene que reconocer y aceptar el estado vulnerable en que se encuentran los afectados y adaptarse al ritmo único y original de cada persona, así como a sus necesidades específicas.

Supone también crear un contexto favorable para los momentos difíciles que se vayan presentando y posibilitar que se vivan con el menor dolor y daño posible. Al minimizar el dolor provocado por la experiencia que supone la recreación de los hechos traumáticos, se contribuye a potencializar el proceso en función de la reparación de la persona.

Objetivos del acompañamiento psicológico

Objetivos

  • Transmitir de una forma adecuada al paciente la información que le aclare la realidad que está viviendo.
  • Acompañar a la persona en sus emociones y vivencias frente a la proximidad de algún acontecimiento importante durante el proceso (decidir cuál es la mejor prótesis, proceso de impresiones, etc.).
  • Asistirla en el duelo por su pérdida (seres queridos, dignidad, integridad, identidad, diferentes capacidades, etc.).
  • Establecer un contacto humano reconfortante y disponible.
  • Contener al acompañado frente a los miedos, angustia y ansiedad.
  • Percibir y reforzar los recursos propios del acompañado, alentando el desarrollo de su propia capacidad.
  • Establecer puentes entre miembros de la familia, instituciones, comunidad, etc.
  • Hablar con sus familiares de temas que antes no habían tocado y tratar de dar una secuencia mental a su relato.
  • Brindar un marco de seguridad y confianza por el acompañamiento incondicional.
  • Apoyar y dar sugerencias prácticas, como familiarizarse con los retos, ejemplo coger objetos, en el caso de amputaciones de dedos, entre otros.
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Tipo de intervención

Talleres de grupo

Entrevistas:

Individuales, espacio de encuentro y reflexión sobre lo sucedido.

Talleres:

Son espacios de acompañamiento, encuentro y reflexión sobre una realidad.

Dinámicas de grupo:

Son intervenciones de acompañamiento tanto a las personas afectadas como a sus familiares. Su finalidad es apoyar la elaboración de la experiencia traumática en un contexto grupal que les sirva de soporte emocional, facilitando la socialización y promoviendo entre ellos mismos el apoyo mutuo.

 

Actitudes que promueven la interacción

Apertura de la entrevista:

Apertura en la entrevista

Es importante que la entrevista sea abierta y no a base de preguntas y respuestas, ya que estas tienden a limitar la libertad de expresión. Si la persona se siente aceptada y respetada, es probable que pueda hablar con confianza de sus sufrimientos. Se espera que cuente como se siente con la situación que vive.

Actitud mental adecuada:

Es aquella que se adopta ante la persona sabiendo de antemano que ha sufrido y teniendo la capacidad de recibir las emociones y sentimientos asociados a la situación traumática. El acompañante debe estar dispuesto a compartir el sufrimiento y el horror.

Saber escuchar:

Significa prestar atención con todos los sentidos: interés por los mensajes verbales y no verbales como postura, lentitud o rapidez de sus movimientos, aspecto, tono de voz, mirada, considerando significativos estos indicios.

Comprender las particularidades de la persona:

Es relevante aproximarse siempre a las personas considerando sus particularidades, lo que permitirá adaptar y adoptar estrategias de acompañamiento individuales para esa persona o grupo en particular. Escuchar el relato y entender cómo los hechos impactan la vida del paciente y su familia, incluye escuchar la percepción que esta persona tiene del mundo real y cuál es su imaginario cultural.

Comprender y escuchar al otro

Respetar el relato de la persona tal cual lo expresa:

Muchas veces los afectados tienen temporalmente la necesidad de recurrir a fantasías por su incapacidad momentánea de tolerar la realidad. Como acompañantes, esto se debe respetar; sin embargo, según la evolución que se requiera y la necesidad de iniciar su protetización, el profesional debe evaluar si es necesario confrontar al acompañado con la realidad, para ayudarlo a enfrentar lo que ha sucedido.

Ponerse en el lugar del otro:

Es importante acercarse al sentir del otro. Generalmente, se habla de empatía, que es “ponerse en los zapatos de la otra persona”, comprender y sentir con y como el otro.

Manejar el silencio:

A la mayoría de las personas les resulta difícil soportar el silencio, más aún a las personas que han vivido la amputación y eventos traumáticos. El silencio puede comunicar una variedad de sentimientos: hostilidad, deseo de ser aceptado, comprendido, de ser entendido sin palabras, de formar una sola persona con el otro, o suscitar interés o preocupación. En los casos en que las personas han sufrido, el silencio es generalmente sentido como agresión, puesto que son personas que han estado en situación de aislamiento y tratadas más como objetos que sujetos; de ahí que el silencio pueda revivir la vivencia traumática.

Cualidades del profesional

Profesional psicología

Los profesionales que brindan acompañamiento a las víctimas de amputación, deben contar con una amplia trayectoria en el trabajo clínico y psicosocial; de preferencia, que pertenezcan o hayan laborado en organizaciones reconocidas y

que tengan experiencia en el trabajo con personas amputadas.

Para realizar este acompañamiento hay que tomar en cuenta que las personas que comparecen en busca de una solución están agotadas, y en ocasiones han vivido y experimentado soluciones que no les basta, ni cubre sus necesidades. Por lo general, son muchos años de experiencias dolorosas y frustrantes antes de encontrar una solución adecuada.

Al buscar la prótesis nuevamente, se incrementa el estado de tensión y la ansiedad se intensifica; las personas pueden aparecer más perturbadas o más a la defensiva. O, por el contrario, pueden encontrarse eufóricos y excitados por el nuevo proceso.  La responsabilidad del profesional que las acoge en ese momento es grande, por esa razón debe reunir la experiencia y los requisitos necesarios.

 

Algunas capacidades fundamentales

Capacidad de apertura

Compromiso para ofrecer una presencia estable que fortalezca el vínculo. Lo esencial es que el acompañante tenga buena voluntad para tratar de comprender los sentimientos de los amputados, esté dispuesto a escucharlos y los respete como una personalidad única.

Conocer y tener claridad respecto al contexto en el que los afectados se movilizan.

Realizar el acompañamiento desde la realidad cultural del paciente, por lo que debe ser capaz de dejar a un lado sus propios códigos culturales o los que el paciente desearía.

Sostener a las personas involucradas sin etiquetar la situación de patológica ni juzgar a la víctima en ningún aspecto de su vida.

Tener apertura y libertad

Tener apertura y libertad

Ubicar al acompañado como el centro de su historia individual; hacerlo protagonista y darle un sentido a las experiencias traumáticas.

Poder mirar a las personas afectadas en su justa dimensión:
sufrieron una experiencia traumática y son protagonistas de un proceso que busca la nueva interacción con el entorno, el demostrar sus capacidades, el no sentirse mal por miradas o preguntas, entre otras situaciones.

Tener herramientas para asumir el riesgo de identificarse con las víctimas y las implicaciones de esta identificación. Mantener la neutralidad profesional.

Servir de contención, ayudando a la persona a manejar los diversos sentimientos (ira, impotencia, culpa, depresión, angustia y dolor) a través del cuidado solícito y de la tolerancia. La capacidad de contener el sufrimiento ajeno es lo que le permitirá al acompañado recobrar su capacidad de comprensión, elaborando e integrando la situación, a fin de regular y normalizar las reacciones físicas y psíquicas y los modos de defensa inadecuados.

Manejo de los sentimientos

Manejo de los sentimientos

El acompañante debe ser capaz de no sentirse abrumado con los sentimientos penosos y aterradores del paciente amputado, para que la función de contención, poder acoger las angustias, que pueda regular su ansiedad volviendo su mundo interno más manejable y estable. Sin negar el terror, se trata de redimensionarlo, dando herramientas para pensar, clarificar y diferenciar, y dar un nombre a los sentimientos confusos. Es trasmutar la angustia insoportable en algo más definido y determinado, para no verla en forma tan peligrosa.

Manejar la culpa del paciente. Los hechos traumáticos hacen que las personas frecuentemente experimenten sentimientos de rabia, confusión o culpa. A veces no toleran los propios sentimientos, ya que generan mucho dolor, y tienden a trasladarlos al acompañante o terapeuta. La culpa es un sentimiento asociado a pensamientos y emociones autorecriminatorias que tienen que ver con el hecho de sentirse responsable de lo que ha pasado. Muchas veces esta culpa es inducida por la familia y/o la comunidad.

Además de comprender los síntomas físicos como expresión del sufrimiento en el cuerpo, debe ser capaz de abordarlos inmediatamente.

Deberá tener la capacidad de tolerar las dudas y la desesperación con respecto a su proceso de protetización, ya que en ocasiones exige grandes dosis de paciencia y tolerancia.

Los temores de los pacientes

Miedos y temores

El miedo al interrogatorio. Tienen miedo a quebrarse, descontrolarse o paralizarse ante las preguntas que les puedan realizar, ya sea en la calle o en la casa. Porque esto los lleva a sentirse vulnerables nuevamente y en muchas ocasiones a revivir la experiencia de la amputación.

El miedo al dolor y el deseo de protegerse. Lo traumático provoca un caos tanto externo como interno, así como confusiones y alteraciones en la temporalidad de otros procesos psíquicos; la memoria no puede recuperar, transmitir o comunicar lo vivido.

El miedo a ser culpado. La solicitud de hablar de recuerdos humillantes y la dificultad de hacerlo pueden fácilmente crear un sentimiento de obligatoriedad de testimoniar y también de tener que justificarse con relación a los hechos.

Balance entre emociones y razón

 

Balance entre emociones y razón

El miedo a lo desconocido. Enfrentar espacios desconocidos y hasta amenazantes para quienes, salvo excepciones, nunca antes habían vivido una situación así.

Miedo al fracaso. Consideran el largo camino que llevan andado, los enormes sacrificios realizados y se sienten escépticos de poder llegar al éxito del proceso.

 

Expectativas de los pacientes

 

Deseos y realidades

Deseos y realidades

Recibir información acerca de los procedimientos que se van a ejecutar, particularmente cuando se encuentra estable anímicamente es el momento perfecto para iniciar un proceso de protetización.

Encontrar a alguien que los escuche, a quién poder contar las veces que necesiten lo que les ha sucedido, y que los ayude.

Ser aceptado y comprendido por las personas vinculadas al proceso, aun después de contar lo sucedido.

Ser reparado “emocionalmente”. Las víctimas esperan que aquellos aspectos de su mundo interno que han sido dañados, como la capacidad para confiar en los demás, de disfrutar del trabajo y de los vínculos, sean nuevamente restablecidos.

Reparación Emocional

Reparación Emocional

Tener resultados positivos en el proceso de protetización. Es importante aclararles de manera realista, lo que podrá lograrse y lo que no será inmediato o tiene pocas probabilidades de lograrse.

Que su entorno vuelva a ser seguro. Que no repita experiencias como la amputación.

 

Fase de cierre en el acompañamiento psicológico

 

Solución de problemas

Solución de problemas

El acompañamiento psicológico llega a su final al momento en que se realiza el proceso de reacondicionamiento a la prótesis. Es de vital importancia entender que el paciente en este momento tiene todas las capacidades de enfrentar cualquier situación que se le presente. Con el debido proceso anterior resurgieron toda la capacidad de resiliencia del paciente, por lo tanto, ya el acompañamiento psicológico no es necesario. El paciente inicia una nueva vida, un nuevo proceso de adaptación. Pero en el que posee todas las herramientas para enfrentar, vivenciar y seguir su tarea de reparación interna. Si se cree por parte del profesional que esta persona puede recaer en estados depresivos o que necesita orientación psicológica, es conveniente que el paciente comience un proceso terapéutico, en donde vivencie procesos de reestructuración frente a su vida.

Es preciso aclarar que si el profesional ve la necesidad de continuar después que el paciente ha sido protetizado con el proceso de acompañamiento o incluso comenzar un proceso terapéutico, es ya un acuerdo al que llegue con el paciente.

Es importante mencionar que un proceso que resulte exitoso en términos de protetización, en términos psicológicos, puede que no lo sea.

Por todo ello, el acompañamiento psicológico o la terapia, según el caso, debería continuar, ya sea individual o en familia. En realidad, lo central es que sea de largo alcance y con personal especializado.

Podrá garantizar que el proceso sea verdaderamente reparador, desde la persona. Lo más relevante es que el proceso psicoterapéutico gire en torno a las necesidades del paciente, sus aspectos de adaptación y su idiosincrasia.

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