El uso de las prótesis en el transcurso de los años
Parece que tenemos que remontarnos hasta el antiguo Egipto para encontrar las primeras prótesis hechas por el hombre. Los egiptólogos encontraron dos réplicas del dedo gordo del pie en una momia enterrada en las cercanías de Luxor, Egipto. Los ingeniosos artefactos tenían tres piezas y estaban hechos de madera y cuero. Los análisis concluyeron que fueron fabricados entre el 950 y el 750 A.C. Según las teorías que existen hasta el momento, esas réplicas del dedo gordo del pie no tenían una finalidad puramente estética, sino que eran verdaderas prótesis que ayudaban a caminar con normalidad a los egipcios con amputación de ese dedo.
Prótesis pierna del 300 A.C.
Este descubrimiento desplazo a la que hasta entonces era la prótesis más antigua descubierta. Se trataba de una pierna protésica hallada en Capua, Italia, y que databa del 300 A. C, en pleno Imperio Romano. La pierna estaba hecha en hierro y bronce, con un núcleo de madera, y habría servido de apoyo a un amputado por debajo de la rodilla. Por desgracia la prótesis original fue destruida en Londres por un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que ahora solo quedan replicas.
Casos asombrosos en la historia de las prótesis
Aparte de ambos hallazgos contamos con los testimonios, más o menos fantasiosos, de historiadores antiguos como Heródoto (484-425 A.C) o Plinio el Viejo (23-79 D.C.). Heródoto cuenta, por ejemplo, como un vidente persa que iba a ser ejecutado se libró de sus cadenas amputándose el pie y reemplazándolo por una prótesis de madera con la que recorrió casi 50 km hasta el pueblo más cercano. Una hazaña similar a la narrada por Plinio, quien habla sobre un general romano al que le amputaron el brazo derecho y en su lugar le colocaron una mano de hierro para sostener el escudo y volver a la batalla.
Prótesis de la Edad Media
Durante la Edad Media hubo pocos avances en protésica. Fue una época oscura en el que se produjo un estancamiento en casi todas las ramas del conocimiento. Los adinerados eran las personas que podían adquirir una prótesis funcional. Las prótesis para el resto eran poco funcionales y estaban pensadas para disimular heridas o deformidades más que para ser realmente útiles en el día a día.