La piel es el órgano más grande del cuerpo. Sirve muchas funciones importantes, incluyendo
Protección del cuerpo frente a los traumatismos
Regulación de la temperatura corporal
Mantenimiento del equilibrio hidroelectrolítico
Sensación de estímulos dolorosos y agradables
Interviene en la síntesis de vitamina D
La piel conserva las sustancias químicas y los nutrientes del cuerpo a la vez que evita la penetración de sustancias peligrosas en el organismo y actúa como escudo que lo protege de los rayos ultravioletas emitidos por el sol. Además, el color, la textura y los pliegues de la piel (ver Descripción de marcas y protuberancias cutáneas, y de cambios de color) contribuyen a identificar las características individuales. Cualquier alteración en el funcionamiento o en el aspecto de la piel (ver Efectos del envejecimiento en la piel) pueden tener consecuencias importantes en la salud física y mental.
Muchos de los problemas que se presentan en la piel se limitan a la misma. Sin embargo, en algunos casos, la piel revela un trastorno que afecta todo el cuerpo. En consecuencia, a menudo se considera la posibilidad de diversas enfermedades al examinar problemas cutáneos. Con frecuencia se realizan análisis de sangre u otras pruebas de laboratorio para detectar una enfermedad interna en casos de problemas cutáneos (ver Diagnóstico de trastornos cutáneos).