La pérdida de una extremidad o parte del cuerpo es en sí un cambio de vida. El impacto psicológico de la amputación puede ser tan significativo como los desafíos físicos que enfrenta el paciente. Ese cambio depende de variables que hacen que los desafíos que enfrenta cada persona sean únicos. Todo dependiendo de su autoestima, resilencia y capacidad de aceptar y adaptarse a las situaciones.
La imagen corporal
En este mundo actual la apariencia física es importante, pero aún más lo es cómo cada persona se siente en relación con su propio cuerpo, pues la satisfacción con el mismo determinará el concepto y la imagen que uno tenga de sí y la forma de relacionarse con el entorno.
La insatisfacción con la imagen corporal está asociada a una baja autoestima, pobre autoconcepto, problemas en la identidad de género, ansiedad interpersonal, problemas sexuales y trastornos depresivos.
Todos los cambios que llevan la vida con una amputación (no congénita) altera progresivamente el aspecto físico de las personas, con la pérdida de masa muscular, insuficiencia circulatoria, etc., y algunos cambios serán permanentes, como los efectos de algunas cirugías, entre los que se cuentan las cicatrices.
Algunos cambios son únicamente estéticos, no obstante otros conllevan además una incapacidad funcional. Se ha observado que estos cambios están asociados a una insatisfacción corporal y a un deterioro en la percepción de la imagen corporal, y que suelen ir acompañados de un gran impacto emocional que coloca a la persona en una crisis con una alta vulnerabilidad psicológica.