El pie cavo

¿Tienes pies cavos o crees que puedes tenerlos?

A continuación, repasamos qué son, causas y consecuenciassíntomas, repercusiones, tratamientos y otras cuestiones que deberías saber sobre esta afección de los pies.

 

¿Qué son los pies cavos?

Un pie cavo se caracteriza por un exceso de la altura de la bóveda plantar y se da cuando se tiene más arco del habitual. Puede acompañarse de una desviación del eje hacia interno y externo, o mantenerse neutro. Son pies habitualmente más reactivos y explosivos, debido a la cantidad de retracción y potencia muscular que los caracteriza.

 

Signos y síntomas

Además del aspecto que posee un pie cavo, en el que se puede apreciar que hay más arco de lo normal, existen otros signos y síntomas que pueden estar indicándonos que sufrimos esta afección:

– Dolor en la musculatura de la zona plantar del pie: al estar trabajando con mucha retracción, se pueden generar microrroturas de las estructuras músculo-ligamentosas.

– Dolor en el dorso del pie y en los dedos, al encontrarse demasiado prominentes. Se suelen producir los famosos dedos en garra, por la deformidad de las falanges (huesos) de los dedos producida por la retracción muscular.

– Dolor en la almohadilla plantar de la zona delantera de pie. Debido a una disminución en la superficie de contacto del pie, se genera una excesiva carga en la zona delantera de apoyo, pudiendo generar patologías inflamatorias.

– Formación de hiperqueratosis y helomas plantares (callosidades). Cuando están causados por un exceso de presión, son un mecanismo de defensa de la propia piel, para soportar la carga aumentada en la planta del pie, provocada por la disminución de la superficie de contacto en pies cavos.

– Sensación de inestabilidad o aparición de esguinces por repetición. Debido a la carencia en la superficie de apoyo, en la segunda fase de contacto del pie con el suelo, no se produce un buen apoyo de la zona externa del pie generando un movimiento excesivo lateral y la posible pérdida del equilibrio.

 

Causas

Normalmente, los pies cavos tienen un componente neurológico y de afección muscular que los caracteriza. Esto significa que se asocian a problemas en el desarrollo del sistema neuro-musculo-esquelético, pudiendo aparecer aislados o asociados a otras enfermedades sistémicas.

Generalmente, los bebés nacen con el pie totalmente opuesto a lo que es un pie cavo, es decir, nacen con los pies planos. A medida que un niño empieza a dar sus primeros pasos, el pie es una de las estructuras que se desarrolla de una forma más rápida por acción de los músculos que componen la pierna y el pie.

Es importante que el arco plantar se genere hasta su posición anatómica y fisiológica, y que tenga un componente de arco flexible. Esta flexibilidad será crucial para que el arco del pie se mueva y se articule a través de los huesos que lo componen, para poder realizar su principal función: Absorber impactos. En los pies cavos, con el paso del tiempo, normalmente este movimiento se ve restringido, y se generan más fuerzas de impacto sobre el propio pie, el resto de la extremidad inferior y espalda.

Diagnóstico

Para diagnosticar esta patología correctamente, existen sistemas de análisis de la huella con plataforma de presiones, de esta manera observamos en el ordenador cómo es la huella y con eso podemos determinar el diagnóstico.

Existen diferentes tipos de pies cavos

Que se pueden clasificar en función de la posición del talón y posición del antepié. Para determinar la cantidad de desviación existente en el talón, se utilizan diferentes instrumentos de medida, como goniómetros y sistemas de video-análisis, con el fin de determinar si el pie cavo es:

 Neutro:

el eje del talón se queda alineado respecto al eje de la pierna

 Valgo:

El eje del talón se desvía hacia dentro respecto al eje de la pierna, generando la tendencia a pisar con la zona interior de la planta del pie.

 Varo:

El eje del talón se desvía hacia fuera respecto al eje de la pierna, generando la tendencia a pisar con la zona exterior de la planta del pie.

Clasificación del pie cavo

Por otro lado, el pie cavo también se puede clasificar en función de la cantidad de inclinación que genera en la zona posterior o en la zona delantera del pie. Para esto lo mejor es realizar mediciones sobre una radiografía que proporciona la posición real de los huesos calcáneos y metatarsianos:

– Pie cavo talo o posterior:

Son pies en los que el hueso del calcáneo se verticaliza demasiado generando un aumento muy marcado del inicio del arco plantar.

– Pie cavo anterior:

Son pies en los que los metatarsianos presentan una inclinación muy marcada y generan un aumento del arco plantar con una excesiva carga en la zona plantar delantera del pie.

Para clasificarlos en cuanto a rigidez y función

Utilizamos test biomecánicos que analizan la movilidad del primer metatarsiano, tales como el test de Jack, el test de Hintermann, el test de Coleman. Cada uno de ellos busca determinar como se mueve el primer metatarsiano y como afectará a la biomecánica del pie cavo. Normalmente, se trata de pies más cortos con respecto a longitud o talla del calzado, pues no se estiran todo lo que deben a causa de la retracción muscular que genera la inclinación de la zona del talón o antepié con la consecuente altura del arco plantar.

Tratamiento

En niños, lo más importante es establece un buen diagnóstico y un tratamiento precoz, pues normalmente el pie cavo viene “de fábrica” y no se puede corregir, por lo que va a generar problemas con la actividad. Sin embargo, podemos actuar sobre los efectos negativos del pie cavo y sobre los factores de progresión que agravan el pie cavo: acortamiento muscular, espasticidad y rigidez muscular, disminución de la superficie de apoyo, inestabilidad del apoyo plantar… El objetivo principal es frenar el desarrollo y la evolución del pie cavo, pues es un tipo de pie que no deja de cambiar a lo largo de toda la vida empeorando y agravando los síntomas.

Tanto en adultos como en niños el tratamiento de elección es hacer una buena plantilla personalizada que minimizará las consecuencias de un pie cavo. Los tratamientos siempre deben ir asociados a ejercicios tanto de estiramientos como de mejora del equilibrio. La posible operación del pie cavo sería otro tratamiento, siempre partiendo de un buen estudio biomecánico de la pisada y valorando todas las posibilidades.

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