Fisiología del pie humano.

El pie constituye una “bisagra” con el suelo, siendo crucial, pero como estructura inferior a menudo resulta infravalorado. Anatómicamente, el pie y la mano humanas son variaciones de una misma estructura de cinco dígitos que es común a muchos otros vertebrados; es también una de las dos estructuras de huesos más complejas del cuerpo.

Función.

El pie gestiona los contactos estáticos y dinámicos del cuerpo con el suelo. Por ello, distinguimos entre estos aspectos.

  • Función estática
    • Plasticidad. La necesidad de adaptación del pie al relieve del suelo para que pueda amoldarse a una superficie desigual o no horizontal
    • Firmeza. Es la calidad que debe conferir al pie su estabilización, una vez se pone el pie en el suelo y de forma suficiente, para mantener el apoyo anteriormente establecido.
  • Función dinámica
    • Recepción. Es la capacidad del pie para responder a la amortiguación del suelo cuando llega a apoyarse, más o menos rápido.
    • Propulsión. Es la restitución de la energía acumulada en el momento de la recepción o de una determinada aceleración en un impulso.

Biomecánica.

Posición de referencia: aquella en la que la planta del pie es perpendicular al eje de la pierna. A partir de esta posición podemos describir los distintos movimientos del pie:10

  • Flexión dorsal: movimiento de aproximación del dorso del pie a la cara anterior de la pierna. Amplitud de movimiento de 0 a 20°.
  • Flexión plantar: movimiento que aleja el dorso del pie de la cara anterior de la pierna. El pie tiende a situarse en la prolongación de la pierna. Amplitud de movimiento de 0 a 45°.
  • Aducción: movimiento en el que se lleva la punta del pie hacia dentro, con respecto al plano de simetría del cuerpo. Se realiza en un eje vertical y en un plano horizontal.
  • Abducción: movimiento en el que se lleva hacia afuera el extremo distal del pie, realizándose en el plano horizontal.
  • Supinación: en él dirigimos la planta del pie hacia adentro. Desarrollado en un plano frontal y alrededor del eje longitudinal. Participa la articulación subastragalina y en último lugar las articulaciones del tarso. La supinación es la combinación de: flexión plantar, aducción e inversión.
  • Pronación: opuesto al anterior, por lo que la planta del pie “mira” hacia afuera. Movimiento frontal y con predominio de la articulación subastragalina. La pronación es la combinación de: flexión dorsal, abducción y eversión.
  • Inversión: elevación del borde medial del pie. Movimiento tridimensional en el que la punta del pie se va hacia dentro, la planta mira hacia adentro y el pie se inclina hacia abajo en flexión plantar. Se desarrolla alrededor del eje de Henke. Predominio de las articulaciones tibiotarsiana, subastragalina y articulación de Chopart. Amplitud de movimiento de 0 a 35°.
  • Eversión: elevación del borde lateral del pie. Movimiento que lleva la punta del pie hacia afuera, la planta “mira” al exterior y la cara dorsal del pie se eleva. Amplitud de movimiento de 0 a 25°.

 

Tipos de pie.

Se distinguen tres tipos:

  • Pie griego. Así llamado porque se observa en las estatuas griegas de la época clásica: el segundo dedo es el más largo, después el dedo gordo, el tercero prácticamente mide lo mismo que el segundo, y el cuarto y el quinto son más pequeños. Es considerado el tipo de pie más escaso, tan solo el 1 % de la población mundial lo posee.[cita requerida]
  • Pie cuadrado. Los dedos son casi todos iguales y están a la misma altura. El 25 % de la población mundial lo posee.
  • Pie egipcio. Visible en las estatuas de los faraones: el dedo gordo es el más largo y los otros le siguen por tamaño y orden decrecientes. Es considerado el tipo de pie más común. El 74 % de la población mundial lo posee.

El pie durante la marcha.

La extremidad inferior, está destinada a las labores vitales de carga de peso y deambulación. Para llevar a cabo el estudio de la marcha, debemos hacer una breve referencia histórica del hombre y su supervivencia.

El primer dato o referencia, lo encontramos en una inscripción en una tumba Egipcia, datado del año 2380 a. C.

La locomoción incluye “movilidad animada e inanimada”. La marcha bípeda proporciona las ventajas evolutivas de una elevación relativa de los ojos y otros órganos sensoriales y la libertad de las extremidades para “evolucionar y desarrollar” las habilidades manuales.

  • Debemos apuntar que durante la bipedestación simétrica, el peso de cuerpo va a estar repartido por igual sobre los dos pies, por lo que para poder levantar un pie, es necesario llevar todo el peso del cuerpo sobre el pie contrario.11
  • Durante la marcha, el apoyo del pie va avanzando en dirección anterior, desde el momento en el que el talón golpea en el suelo, hasta que los dedos se despegan.
  • El pie está en apoyo durante aproximadamente el 60 % del ciclo.12

El ciclo normal de la marcha consta de 4 fases:13

  1. Fase de contacto: comienza con el apoyo del calcáneo en el suelo. A continuación, existe una fase de pronación del pie para absorber de forma elástica el choque. Cuando caminas o corres, la pronación ayuda a suavizar el impacto del contacto inicial. Sin la pronación, todo el impacto de cada paso sería transmitido a la parte superior de las piernas y se afectaría la mecánica normal de las extremidades inferiores. Además de actuar de amortiguador de impactos, la pronación también ayuda al pie a “reconocer” sobre qué tipo de superficie estamos, ajustando y estabilizando el pie al tipo de terreno. Esta fase de contacto puede producirse gracias a la contracción excéntrica del extensor largo de los dedos y del tibial anterior.
  2. Fase de apoyo medio: con el retropié totalmente pronado, los metatarsianos golpean el suelo. El centro de gravedad del cuerpo pasa desde atrás a lo largo del pie. Durante esta fase se produce la supinación de la articulación subastragalina, transformando el pie en una palanca rígida. El peso del cuerpo pasa por el mediopié cuando el tobillo se encuentra en dorsiflexión máxima, sometiendo al complejo gastronemio-sóleo a su máxima carga.
  3. Propulsión: el peso del cuerpo se va desplazando hacia delante hacia las cabezas de los metatarsianos y empieza el despegue del talón.
  4. Balanceo: es la última fase del ciclo de la marcha. Se mantiene la dorsiflexión del pie para que los dedos no golpeen el suelo y la supinación para posicionar el pie para el contacto del calcáneo con el suelo y la repetición del ciclo.14

En estas fases intervienen dos importantes factores: la gravedad y el rozamiento con el suelo. La ausencia de la gravedad impide la marcha. Por otra parte, si el coeficiente de rozamiento es muy bajo o nulo, el pie resbala.15

Tipos de pisada en el corredor.

La pisada puede evaluarse de dos formas: estática y dinámica. La forma estática corresponde a la huella plantar en la posición anatómica y la dinámica al análisis del pie en movimiento.

Hay tres tipos de pisada: pronadora, neutra y supinadora.

  • Pronador: la característica del pie pronador consiste en un derrumbamiento del pie hacia la zona interna. Los tobillos tienden a girar hacia dentro, es una amortiguación natural con la que se defiende el cuerpo. La pronación es un efecto fisiológico y necesario con el que el pie disipa parte de la carga que recibe en cada paso para adaptarse a las irregularidades del terreno, si no fuera por ese movimiento de pronación los pies se lesionarían frecuentemente. Cuando esa pronación está aumentada por encima de los parámetros fisiológicos, hablamos de pronador. Entre un 50 y 60 % de los corredores padece sobrepronación.
  • Neutro: significa que los tobillos no tienden a girar ni hacia el interior ni hacia el exterior del pie. El pie normal, es aquel cuyo apoyo comienza por la parte externa del tobillo ejerciendo a continuación una discreta pronación por parte del mediopié y despegando el antepié entre el 1.º y 2.º, metatarsianos. Aproximadamente, un 40 % de los corredores tiene pie neutro.
  • Supinador: entendemos por supinación el efecto contrario a la pronación, es decir cuando hay una ausencia o disminución del efecto pronatorio fisiológico, ofreciendo un apoyo por la parte externa del pie. Se trata de un pie muy estructurado y con poca movilidad con una bóveda plantar aumentada y el tobillo hacia fuera. Esta alteración es poco frecuente, aproximadamente el 10 % del total de corredores son supinadores, y a menudo se confunde con el desgaste excesivo de la zona externa del talón. Los supinadores comprimen y desgastan sus zapatillas a todo lo largo de los bordes externos y no solamente en la zona del talón.

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