¿Qué tipos existen y cómo prevenirlas?
Cualquier persona que practique deporte con un mínimo de asiduidad, y con un mínimo de intensidad, se sentirá identificada al leer algunos fragmentos de este artículo; y es que las lesiones son, por desgracia, uno de los acompañantes ocasionales de casi todo deportista.
Da igual que nos ejercitemos a nivel amateur, profesional o de élite, ya que el riesgo de lesión siempre va a existir, es algo que deberemos tener presente y, precisamente, la existencia de ese riesgo es la que nos debe hacer tomar medidas para evitar que se materialice la lesión.
Sobreentrenamientos, sobreesfuerzos, malas posturas, malos hábitos… son muchas las causas por las cuales una persona acaba padeciendo una lesión, por ello va a resultar fundamental conocer un poco más en profundidad estas causas, conocer que tipos de lesiones nos podemos producir y, así, entrenar de una forma más segura.
¿Qué es una lesión?
También podemos englobar dentro del grupo de lesiones deportivas a las fracturas de huesos, aunque estas tienen en la mayoría de las ocasiones su causa en una caída o fuerte golpe, es decir, a un accidente, por lo que se trata de algo distinto a las expuestas anteriormente.
Existen lesiones de muchos tipos, y se puede hacer con ellas muchos tipos de clasificaciones, y una de estas primeras clasificaciones que se puede realizar es la de distinguir entre lesiones agudas y lesiones crónicas:
Lesiones agudas
Son aquellas que se producen en un momento puntual durante el ejercicio físico debidas a un mal movimiento, un mal apoyo, un esfuerzo intenso en frío, un golpe… Suelen generar un dolor repentino de mayor o menor intensidad, hinchar o enrojecer la zona afectada, o dificultar el movimiento y/o el apoyo.
Lo habitual, dentro de las lesiones agudas, es que una vez se ha recuperado de ellas, se puede volver a ejercitar con total normalidad tras haber seguido y respetado el tratamiento de recuperación adecuado.
Lesiones crónicas
Son aquellas que se manifiestan después de haber realizado una actividad deportiva que se practica durante una larga temporada, es decir, se puede estar practicando un deporte durante un par de meses produciéndose poco a poco una lesión sin padecer molestia alguna y sin ser conscientes de ello, hasta que llega un momento que ésta empieza a hacer visible en forma de molestia o dolor. A diferencia de las lesiones agudas, no se producen en un momento puntual, sino que llevan un proceso que puede durar desde unos días hasta semanas.
Por lo general (no siempre), el tratamiento de las lesiones crónicas suele ser más largo que el de las lesiones agudas, ya que requieren de sesiones de fisioterapia, y la necesidad de cambiar hábitos y rutinas durante el ejercicio físico.
Las lesiones más habituales en el deporte
Las lesiones se pueden producir en cualquier parte de nuestro cuerpo, pero dentro del ámbito deportivo son unas cuantas las que ocurren con mayor frecuencia. Además, cada deporte lleva asociadas sus “lesiones típicas” fruto de las características de los esfuerzos y movimientos realizados en ellos.
Lesiones de rodilla
Las lesiones en las piernas son las más frecuentes en la mayoría de los deportes y, dentro de este tipo de lesión, las de rodilla posiblemente ocupen el número 1. Las rodillas pueden verse afectadas por multitud de razones, entre las que destacan:
Lesiones en los ligamentos: en la rodilla encontramos los famosos ligamentos, que más de una vez habremos escuchado que algún famoso deportista se ha lesionado. Su función es la de conectar los huesos, estabilizar la rodilla, e impedir el movimiento de esta hacia los lados. Un mal apoyo, un giro brusco o una posición forzada pueden provocar en ellos elongaciones, esguinces o roturas.
Lesiones en el menisco: otro “famoso” de las lesiones deportivas es el menisco. Se trata de un pequeño cartílago, de forma plana, que se encuentra situado en la parte superior de la tibia, de forma que hace contacto con el fémur, y su función es la de actuar como amortiguador de los impactos, estabilizar la rodilla y suavizar el movimiento. En cada rodilla existen dos meniscos. El menisco puede verse afectado por un impacto, o por alguna causa degenerativa (como un exceso de actividad, un mal movimiento continuado…)
Distensiones musculares o articulares: este tipo de lesión es consecuencia de un estiramiento por encima de las posibilidades del músculo, ligamento o tendón.
Las lesiones de rodilla requieren un tratamiento cuidadoso, en muchos casos prolongado en el tiempo, y tras su recuperación se deben realizar ejercicios de rehabilitación para fortalecer todo el conjunto de la articulación.
Dislocaciones
Las dislocaciones, también llamadas luxaciones, son lesiones articulares en las cuales los huesos que encajan en las mismas son sacados de su posición normal. Esto es lo que se conoce de forma más coloquial como “se le ha salido el hombro/codo/rodilla… del sitio”. Puede ocurrir que los huesos se salgan momentáneamente y vuelvan a su posición normal, o que estos queden fuera de sitio. En el primer caso puede producirse daño o no, y en el segundo se requiere intervención médica para poder llevar los huesos al sitio sin producir un daño mayor al ya producido.
Estas lesiones se producen a causa de un golpe en un sitio concreto, una caída, un mal apoyo, una mala posición, o consecuencia de la temática de ciertas actividades deportivas como pueden ser las artes marciales y deportes de contacto.
Dentro de las dislocaciones, las más comunes dentro del mundo del deporte son las de hombro, rodilla, tobillo y codo, aunque también pueden darse, con menos frecuencia, dislocaciones de espalda y de cadera.
Esguinces
Sin duda, cuando hablamos de esguinces, a la mayoría nos viene a la mente un esguince de tobillo que hayamos sufrido, o que haya padecido alguien cercano. Los esguinces son una torcedura más allá de lo permitido por una articulación, de forma que se produce en la misma un daño en los ligamentos por su estiramiento excesivo, y que a veces puede ir acompañado de su rotura.
Existen diferentes tipos de esguince en función de su gravedad:
Esguince de grado I: es aquel en el cual sólo se ha producido un estiramiento de ligamentos. Duelen y dificultan el apoyo y movimiento de la articulación.
Esguince de grado II: aquel en el que produce una rotura de gran parte de las fibras de los ligamientos. Impiden el apoyo y el movimiento de la articulación resulta muy doloroso.
Esguince de grado III: cuando se produce la rotura total del ligamento. Lo habitual es que requieran de tratamiento quirúrgico y, una vez recuperados, pueden dejar secuelas.
Como hemos dicho, el esguince de tobillo es el más habitual, pero puede producirse en cualquier articulación, por lo general, por un mal apoyo.